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lunes, 18 de octubre de 2010

Marruecos reanuda la persecución y expulsión masiva de subsaharianos

* Grupos antirracistas y oenegés vinculan el acoso al acuerdo con España para zanjar la crisis de Melilla

* Las deportaciones de emigrantes sin papeles a Argelia se han multiplicado desde finales de agosto

«Me siento como un soldado en una guerra, siempre pendiente del enemigo. Los policías nos obligan a estar en todo momento vigilantes para poder salir corriendo cada vez que vienen a por nosotros con palos». El que habla es Fridis, un congoleño de 18 años cuyo relato es la confirmación de que Marruecos ha reanudado la cacería y expulsión de emigrantes subsaharianos que intentan llegar a Europa desde el país magrebí. Las redadas protagonizadas por las fuerzas policiales en las ciudades de Nador y Oujda, al norte del territorio marroquí, se han multiplicado desde el mes de agosto con «graves consecuencias para la salud mental y física de los emigrantes», denuncia Jorge Martín, director de Médicos Sin Fronteras en Rabat.


Diferentes fuentes, como los colectivos marroquís antirracistas Gadem y ABCDS, señalan que, en contra de lo que había sucedido en los últimos años, en los que a mujeres y a niños emigrantes se les respetaba más, las autoridades han recurrido de nuevo al puño de acero.

VISITA DECISIVA / «La visita de Rubalcaba [ministro del Interior] a Rabat a finales de agosto fue decisiva para la puesta en marcha de estas operaciones. Resolvió la última crisis con Marruecos, originada en Melilla, pero a cambio de que el Gobierno marroquí fuera expeditivo con los clandestinos», explica Hicham Baraka, presidente de ABCDS. «La promesa de ayuda económica para el Estado de Marruecos en la lucha contra la emigración ilegal ha conducido a estas oleadas de expulsiones», añade.

La última oleada salvaje de deportaciones en Oujda y Nador, desde finales de agosto hasta el 10 de septiembre, acabó con 700 emigrantes subidos a autobuses y abandonados en tierra de nadie (en la frontera entre Argelia y Marruecos) durante la noche sin comida ni agua. Había mujeres embarazadas, niños y personas heridas en las detenciones. Algunos han logrado regresar a Oujda, donde se encuentran, una vez más, en la indigencia absoluta y a expensas de las redadas y deportaciones, que no han cesado si bien tienen menor intensidad.

Cerca del campus universitario y de los bosques de Oujda que sirven de refugio a más de 2.000 subsaharianos, EL PERIÓDICO se encuentra con Fridis. «No podemos dormir porque los agentes suelen venir a por nosotros durante la noche -relata-. Vivimos en tiendas de plástico. Suerte tenemos de la ayuda de Médicos Sin Fronteras, que nos proporciona medicamentos y mantas».

AL DESIERTO / En la última batida policial, Fridis salió corriendo a tanta velocidad que se le cayó el móvil y luego tropezó él. No obstante, pudo reemprender la carrera rápido y, aunque herido, logró huir. «Otros no tienen la misma suerte y se los llevan al desierto. Arrasan con todo lo que encuentran: alimentos, móviles, ropa, mantas... », cuenta.

A Fridis no le gusta lamentarse, aunque reconoce que hacerlo le alivia. «¿Usted piensa que nos gusta vivir así? ¿Como si fuéramos delincuentes? He terminado los estudios elementales y ahora deseo estudiar microbiología en Francia. Es el motivo de que aguante esto. Tengo mucha fe y sé que lo voy a conseguir».

En dos años pretende ahorrar 3.000 euros para pagar a un contacto marroquí que se ocupa de cruzar a emigrantes clandestinos en maleteros de vehículos desde Nador hasta la ciudad autónoma de Melilla. «Una vez allí, estaré más cerca de mi objetivo: París», sigue soñando.

¿Cómo imagina Europa? «Como un lugar donde se respetarían mis derechos de ciudadano. Me veo estudiando y trabajando».

Fridis debe de volver a la realidad al ver cómo su amigo Willy es rechazado por el taxi que detiene la periodista. «Tú, negro, no, pero ella sí», espeta el conductor. Willy ni se inmuta ante el desprecio. No es la primera vez que le sucede, tampoco será la última. Su corazón es de hierro en su tercer año en Marruecos. Huyó de los conflictos étnicos en el Congo y, en la teoría, debería ser considerado como un refugiado político. ¿Y en la práctica? «Soy un negro más condenado a una vida perra en Marruecos», dice.

Desde la creación en el 2003 de la oficina en Rabat del alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados 800 subsaharianos han accedido en Marruecos al estatuto de refugiado. Pero las autoridades los persiguen a todos por igual, sin tener en cuenta las circunstancias de cada uno. «Se trata de echarlos a todos. La nueva estrategia del Estado es expulsarlos en pequeños grupos de 30, 40 o 50», explica Baraka.

ATRÁS EN DERECHOS HUMANOS /«Estas deportaciones masivas ponen de manifiesto que el Gobierno marroquí está dando un paso atrás en el respeto de los derechos humanos», concluye Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha desplegado un equipo de urgencia a Oujda para atender el drama de los subsaharianos que esperan alcanzar Europa, su El Dorado, a la desesperada

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/20101018/rabat-reanuda-persecucion-expulsion-masiva-subsaharianos-argelia/540805.shtml